martes, octubre 20

Haz de la noche un día. Luz en las calles de la Ciudad de México 2/2

En 1848, después de la guerra con Estados Unidos se comenzó a usar trementina para iluminar con 500 lámparas especiales que se compraron a una compañía de nuestro vecino del norte, cuyo personal enseñó el manejo de las lámparas y verificaron el buen funcionamiento de todo por un mes. Hasta entonces, 60 años después, se sustituyeron en las calles principales la mayoría de lámparas de aceite que se instalaron desde tiempos virreinales y que continuaron alumbrando las calles menos céntricas.

La trementina daba una luz más blanca y limpia que necesitaba menos cuidados, sin embargo su alto costo pronto se volvió un problema. En 1850 una de las entonces habituales epidemias de cólera impidió a muchos trabajadores sacar brea para elaborar trementina y satisfacer la demanda; entonces hubo que volver al aceite por un tiempo. La ciudad contaba aquel año con 1623 luces.

En este punto estamos muy lejos de lograr eliminar las diferencias entre noche y día. La pobre iluminación limitaba a las personas y los modos de vida que, hoy en día, nos parecerían muy extraños. Tan solo el acto de entrar a una iglesia apenas iluminada con velas, seguramente lograba impresionar al más recio, con visiones titilantes, místicas tan dolorosas como esperanzadoras de imágenes religiosas que invitaban a la meditación más que a la curiosidad como sucede estos días que están completamente visibles con luz eléctrica muy potente. Imaginemos las luces de 1853, con apenas 1635 faroles 50 en los portales y palacio que alumbraban toda la noche. Cada lámpara de aceite consumía tres onzas en las noches de verano y tres y media onzas en las noches de invierno.



En 1855 el ayuntamiento logró comprar mil lámparas más de trementina ampliando la zona iluminada y llevando las lámparas de aceite que se sustituyeron, a zonas que nunca antes tuvieron este servicio. Entonces se construyeron cuarenta columnas de fierro y sus farolas para iluminar la plaza de armas y sustituir las viejas patas de gallo de madera.

Apenas después del Segundo Imperio mientras Juárez restauraba la República se instaló el alumbrado de gas cuyas primeras luces aparecieron en septiembre se 1869 (130 años después que los primeros intentos de un virrey), en las calles de Plateros y San Francisco, es decir nuestra ahora peatonal calle de Madero. Las luces de gas finalmente sustituyeron a las de trementina en el centro, como 19 años antes sustituyeron a las de aceite; muchas calles de la ciudad entonces, tenían tres clases de luz: gas, trementina y aceite que se usaba en lugares apartados, pues era accesible a los particulares incluso los más pobres por su bajo precio.




Por un decreto el 23 del 23 de marzo de 1878 se relevó a los guarda faroles de sus obligaciones de policía nocturna, sus funciones desde los lejanos años de la Nueva España, y se creó la Compañía de encendedores conformada de la siguiente manera:

Un comandante con sueldo mensual de $141.00
Cuatro jefes $60.00
Un escribiente $25.00
Un cabo de reserva $25.00
61 encendedores $0.75 diarios cada uno
2 encendedores en cárceles con igual sueldo
a un costo de 1,890.50 pesos mensuales.


Se hicieron cargo de 2090 luces de gas, 1041 lámparas de trementina y 22 de aceite aún públicas

En 1881 se acordó acabar con las lámparas de aceite que quedaban incluso en las calles lejanas pero el proceso fue muy lento y ese mismo año se introdujo la luz eléctrica. Había ya 40 focos de luz eléctrica que comenzaron a sustituir al gas como había pasado antes con la trementina y el aceite.

“desde 1881 hasta 1890 la ciudad de México ofreció un espectáculo verdaderamente interesante, con sus cuatro sistemas de alumbrado que caracterizan otras tantas épocas diferente: la lámpara de aceite al lado del arco voltaico; la trementina y el gas en esos dos extremos. Al dar un paseo del centro a extramuros se hojeaba la historia del alumbrado” p. 59


El aceite se uso en el alumbrado público mexicano durante un siglo, se suprimió finalmente el 4 de marzo de 1890. Las personas sin muchos recursos intentaron sustituirlas usando petróleo y nafta. Las luces de trementina continuaron alumbrando hasta la noche del 24 de marzo de 1899 pues el 25 ya trabajaba la compañía mexicana de electricidad. Las lámparas de trementina y sus materiales fueron retiradas de las calles el 25 de marzo y ese día desaparecieron los postes y faroles que habían guardado las lámparas de aceite, después de trementina por 109 años.

La ciudad tuvo por fin alumbrado eléctrico y el proceso para hacer de la noche un día no se detuvo desde entonces.


Referencias:
En google books
Rafael R. Arizpe, El alumbrado público en la ciudad de México estudio histórico, México, Tipográfica y litográfica la Europea, calle de santa Isabel n. 6 1900. 206 pp.

Imágenes:
skyscrapercity

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